Venía la Virgen llorando,
y todo lloraba al verla,
lloraba el azul lejano,
lloraba el azul lejano,
y lloraban las estrellas,
lloraba el viento dormido
en la cruz de la Calleja,
lloraba el árbol sin sombra,
lloraba el árbol sin sombra,
y la florida maceta,
lloraba el hierro forjado
del balcón y la azotea,
y lloraba la oración,
y lloraba la oración,
y lloraba la Saeta,
y la música lloraba
entre acordes y carencias,
mientras la Virgen venía,
mientras la Virgen venía,
llora que llora su pena.
Llegó la Virgen llorando,
y todo lloró con Ella,
lloró la luna redonda
lloró la luna redonda
su plata por las veleta,
y lloró triste la noche,
y la torre muda y quieta,
y los ojos al mirarla,
y los ojos al mirarla,
y las manos que se elevan,
y la lágrima que pide,
y la oración que le ruega,
y la sangre temblorosa,
y la sangre temblorosa,
y la entraña que se agrieta,
y el corazón que al amor
recorre todas sus puertas,
mientras la Virgen pasaba
mientras la Virgen pasaba
llorando su amarga pena.
La Virgen siguió llorando,
y todo lloró por Ella,
lloró su aroma la flor,
lloró su aroma la flor,
y lloró la luz su cera,
lloró el palio su vaivén
de azahar y de azucena,
lloró la candelería
lloró la candelería
su labor de plata vieja,
lloró sufrido el marfil,
y el teciopelo su seda,
lloró en su alta corona
lloró en su alta corona
el reflejo de las piedras.
Y lloró toda Sevilla,
por el Valle de su pena,
se fue llorando la Virgen,
se fue llorando la Virgen,
y todo lloró por ella...
En el video a partir del minuto 1.25