Siglo XV, una estatua en plena calle, Sevilla tenía que adornar con leyenda este raro fenómeno y surge otra de las sin par leyendas que jalonan nuestra historia.
Para hablar de esta leyenda hay que hacer mención a la orden dada por el rey Juan II ( Toro 06/03/1405 - Valladolid 22/07/1454; Rey de Castilla de 1406 a 1454 e hijo de Felipe el Doliente y Catalina de Lancaster ); dicha orden puede verse hoy en día en una lápida que acompaña a la Cruz que se encuentra en la fachada de la Iglesia Parroquial de El Salvador.
Esa cruz se encontraba en la plaza actual y reflejaba el lugar donde estaba el cementerio de la feligresía, en el S. XVIII habida cuenta que las cruces estorbaban para el paso de personas y carruajes, el asistente Pablo de Olavide mandó que se colocasen en las fachadas de las iglesias.
La lápida referida tiene por leyenda:
El rey i toda persona que
topare el Santísimo Sacramento
se apee, aunque sea en el lodo
so pena de 600 maravedises
según la loable costumbre desta ciudad,
o que pierda la cabalgadura,
y si fuere moro de catorce años arriba
que hinque las rodillas
o que pierda todo lo que llevare vestido..
Se comprueba como en esos años, S. XV, el culto y respeto al Santísimo estaba extendido en la península, obligando a cuantos viesen una procesión con la Sagrada Forma, algo habitual al llevar consuelo a enfermos o dar extremaunción a moribundos, a que se arrodillasen so pena de abonar importantes cantidades como multa o perder el patrimonio.
Conocida ya la situación del momento es hora de contar el porque la calle "hombre de piedra" de denomina así, cuando, hasta bien entrado el siglo XV, la calle de llamó "buen rostro"
Pues en esta calle de la collación de San Lorenzo, entre las calles Santa Clara y Jesús del Gran Poder, había una taberna y cierto día estaban unos paisanos tomando unos vinos en ella cuando se aproximo al lugar una procesión, varias personas con velas y el párroco que portaba la Sagrada Forma para dar la comunión a un enfermo de la feligresía. Aquellos que estaban en la taberna dejaron su charla y se arrodillaron ante la procesión, todos menos uno, Mateo, apodado "el rubio" no lo hizo, e incluso se mofó de aquellos amigos que lo habían hecho, asegurando que el nunca pondría sus rodillas en tierra, añadiendo que el se quedaría en pie para siempre.
Lo que a continuación sucedió fue lo extraordinario, un estruendo resonó en la calle y un rayo cayó sobre Mateo enterrando su cuerpo en tierra hasta las rodillas, y transformándolo en piedra.
Aún hoy se puede observar en la calle, en una hornacina, deteriorada por el tiempo, una estatua del cuerpo de este pecador hecho piedra.
Hasta aquí la historia que el pueblo de Sevilla creó para explicar el porqué de aquel busto de piedra en tan extraño lugar, pero en honor a la verdad la explicación más plausible de los hechos es que aquella estatua se encontraba en el lugar colocada por los romanos, y perteneciente a una de sus termas; los árabes la mantuvieron marcando con ella el lugar donde estaban los baños públicos que ellos llamaban, en buena lógica, "baños de la estatua".
Y para aquel que no la conozca, aquí la localización de la calle, para que podáis visitarla y ver a Mateo "El Rubio"
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