27 de noviembre de 2014

Francisco Pacheco - Vida y obra


Francisco Pacheco - Velázquez
Francisco Pacheco - Velázquez
Se cumple hoy el aniversario de la muerte de uno de esos artistas que dan lustre al nombre de Sevilla, pero que, por avatares del destino, siempre ha permanecido a la sombra; hay artistas que, de no mediar la coetaneidad con otros grandes, hubiesen sido primerísimas figuras, pero si resulta que "compites" con el considerado el mejor pintor de la historia, Diego de Silva y Velázquez, a la sazón tu yerno, es normal que quedes postrado en un segundo escalón en la historia de la pintura española. Esto sucede con Francisco Pacheco, insigne pintor y suegro de Velázquez no suficientemente reconocido en sus méritos artísticos.

Nació Pacheco en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1564, falleciendo en Sevilla en 1644. De familia marinera, hijo de Juan Pérez y Leonor del Río, se sintió no obstante atraído por las letras y el arte; al fallecer sus padres y quedar huérfano vino a Sevilla, al amparo de su tío Francisco Pacheco, del cual toma el primer apellido, que era canónigo de la Catedral hispalense. Una vez en Sevilla, gracias a los contactos de su tio entabló contacto con círculos culturales y frecuentó el taller de Luis Fernández, al que se considera su maestro en el arte del pincel.

Establecido en Sevilla como maestro pintor se casó a la edad de 30 años con María Ruiz del Páramo. En estos años Pacheco, gracias a sus contactos con clero, nobleza y gentes importantes de la ciudad pudo tener una cartera de encargos amplia que le garantizó un sostén económico.

Cristo Crucificado - Fco. Pacheco
Cristo Crucificado - Fco. Pacheco
Pacheco se significo como defensor de los derechos del gremio de pintores, incluso llegó a enfrentarse al maestro tallista Martínez Montañés, santo y seña de la gubia, al considerar que el maestro jienense estaba usurpando competencias que no correspondían a su "titulación" gremial. ( hay que hacer constar que durante su estancia en Sevilla Montañes acudió al taller de Pacheco para formarse como aprendiz de pintor, indudablemente al objeto de poder ser él mismo quien diese color a las imágenes que tallaba ).

A finales del Siglo XVI Pacheco era uno de los pintores más prestigiosos de Sevilla, si no el que más. Recibía encargos sin parar y participó, entre otras grandes e históricas obras en el túmulo que en honor de Felipe II se erigió en la Seo sevillana en 1598.

Más adelante realizó una serie de 13 pinturas sobre San Pedro Nolasco para el convento de la Merced. Se indica de estas obras que son las primeras que creo bajo la impronta estética del barroco.

Su facilidad para el retrato la demostro en su serie de 60 pinturas realizadas a miembros que frecuentaban la tertulia que había en tu taller, además de incluir a famosas personalidades del momento; bajo cada dibujo el autor reseño una breve biografía de cada personaje. Asimismo redacto un libro que sería, durante muchos años, uno de los mejores escritos acerca de la pintura del barroco español, el libro se llamo "El arte de la pintura".

El Juicio Final . Fco. Pacheco
El Juicio Final . Fco. Pacheco
En este libro, que tardó en concluir más de 30 años, Pacheco intenta demostrar, glosando las personalidades que se han dedicado a la pintura, la preponderancia del arte del pincel respecto a otras artes como la escultura. En el apartado de iconografía Pacheco desglosa las características que debe tener el arte religioso post-Trento, al objeto de conmover a quien vea los cuadros y fomentar la adoración y amor a Dios y el ejercicio de la piedad.

El celo que al autor puso en las representaciones religiosas de sus pinturas le valió el reconocimiento por parte de la inquisición que le nombro veedor oficial de obras de arte, al objeto de verificar que estas se realizaban acorde a lo que anteriormente se ha indicado.

A destacar que, aún cuando se considera a Murillo como el pintor de las Inmaculadas, fue Pacheco quien definió el modelo iconográfico de esta representación de María, decía Pacheco que la imagen debía tener entre 13 y 14 años, ir cubierta por capa azul y posada sobre una luna colocada en sentido inverso.

Pacheco, como se relata más arriba, acogió a Velázquez como aprendiz en su taller, pero no solo eso, también le otorgó la mano de su hija y realizó gestiones en la corte para que Diego pudiese viajar a Madrid donde, ya es conocido, se labró un futuro como pintor de la corte con la ayuda del Conde Duque de Olivares que lo introdujo en selectos círculos de la nobleza.

Resumen de las mejores obras de Pacheco:









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