Antonio Susillo - Sevilla |
En Sevilla, creo que como en ninguna otra ciudad, ha de antiguo la costumbre de mezclar realidad y ficción dando a acontecimientos normales un aura de misterio que los hace atrayentes para el propio sevillano, que así configura su propia mitología. Este es uno de esos casos, donde un suceso sin visos de ser extraordinario pasó a ser leyenda de nuestra historia.
Antonio Susillo ( Sevilla 18 abril 1857 - Sevilla 22 diciembre 1896 ) fue uno de los escultores más prestigiosos de la segunda mitad del S. XIX. Era hijo de una familia de almacenistas de aceitunas y desde joven despuntó como artista. D. José de la Vega vio en el adolescente Susillo mimbres y comenzó a darle clases de dibujo. Tras ello Susillo pudo realizar estudios en la Escuela de Bellas Artes de París y Roma, obteniendo una sólida formación artística.
Su fama como escultor fue tal en su época que incluso la reina Isabel II visitó su taller y adquirió alguna de sus obras, recibiendo encargos también del Zar Nicolás II de Rusia.
Cristo de las Mieles - Sevilla |
Comienza su vida profesional con algunas esculturas de estilo clásico, como son la denominada Bajo la esfinge. También realiza esculturas de grandes proporciones y bustos, como el conjunto denominado El grito de Independencia. Asimismo trabaja el tipo costumbrista, como los bajorrelieves titulado En la Macarena o El Cuento de Ánimas, abarcando con maestría también en el retrato, como los realizados para el General
Polavieja y el Duque de Alba
Entre sus trabajos más reconocidos se encuentran las estatuas que a instancia del Duque de Montpensier realizó para ser colocadas en el Palacio de San Telmo, residencia del Duque; en estas 12 esculturas Susillo refleja a 12 SEVILLANOS ILUSTRES, entre ellos Velázquez, Fray Bartolomé de las Casas, Murillo, Miguel de Mañara o Martínez Montañés.
Amén de estas estatuas, en Sevilla hay varias estatuas fruto de su genio artístico, la de VELAZQUEZ situada en la Plaza del Duque de la Victoria, la del militar Luis Daoiz frente el antiguo gobierno militar en la Plaza de Gavidia, la del Venerable Siervo de Dios, D. MIGUEL DE MAÑARA que se encuentra frente al Hospital de la Santa Caridad.
Mascarilla Susillo (foto de arte sacro) |
Como hecho destacable en su trabajo hay que dejar constancia de que en el año 1893 Susillo dota de nuevas manos a la imagen de María Santísima de la Amargura, en sustitución de las anteriores que habían resultado dañadas en un incendio que, durante la estación de penitencia, se produjo en el paso de la Sagrada Imagen.
Sevilla no dispone de ninguna obra de imaginería salida de sus manos, si bien se conserva en la capital su Cristo crucificado, realizado en 1880 y que preside la rotonda del Cementerio de San Fernando, estando levantado sobre su propia tumba.
Es este Cristo, su ejecución y posterior colocación en el cementerio el que da lugar a la leyenda que nos ocupa.
Cuentan que Susillo agobiado por las deudas pactó la realización de un Crucificado en Bronce, el motivo de su precaria situación económica lo cifran algunos en un mal matrimonio con una mujer despilfarradora que lo colocó en la ruina; realizada la talla el artista comprobó que los pies del Cristo no se
cruzaban como era habitual en la iconografía cristífera, sino que el
pie izquierdo descansa en el stipes y el derecho sobre staticum, lo cual lo llevó a decidir quitarse la vida; hay que recordar que corrían los años del romanticismo y no pocos artistas fallecieron de este modo.
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Es bien sabido que la Iglesia Católica no permite el enterramiento en suelo sagrado de suicidas, pero en esta ocasión se realizó una excepción, considerando la autoridad eclesiástica que el hecho había sido originado por una enfermendad mental del artista, lo que exoneró a la iglesia de prohibir su entierro, pero no se realizó este donde el pueblo de Sevilla quería, bajo los pies de su Cristo, sino en una tumba que pagaba un amigo suyo.
Pasado los años se retomó el tema y se consiguió que las autoridades locales, en 1940, exhumasen el cadaver de Susillo y fuese enterrado a los pies del Cristo que tan bellamente había esculpido.
Lo que sucedió después corrió como la pólvora por toda Sevilla, pues de la boca del Cristo salía miel, un fenómeno difícilmente entendible para el pueblo y que dio pábulo a múltiples interpretaciones. Realmente lo que sucedía era que la imagen era hueca y en su interior se instaló un panal de abejas, el resto es simple, al subir la temperatura del bronce de la imagen la miel se licuaba y salía al exterior.
Tal fue la fama que alcanzó este suceso que aún hoy el Cristo que preside la rotonda principal del Cementerio de Sevilla es llamado como "El Cristo de las Mieles".
Antonio Susillo murió a los 39 años, dejando como legado una ingente obra siendo su alumno más aventajado otro de los mejores escultores del neobarroco sevillano, CASTILLO LASTRUCCI. Es este quien, junto con otros discípulos, el día posterior a su muerte realiza una mascarilla del rostro del artista, mascarilla funeraria que a día de hoy posee la Hermandad de la Amargura de Sevilla, cuya imagen tiene las manos esculpidas por Susillo tras el trágico incendio de 1893.