8 de julio de 2014

Arquitectura regionalista en Sevilla ( ABC 08-07-14)


Por su relación, y como ampliación del post correspondiente a Anibal González, vida y obra reproducimos integro este interesante artículo de José Barahona en el diario ABC, cuyo original puede ser visto en Decálogo arquitectura regionalista

Decálogo de la arquitectura regionalista en el Casco Antiguo


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Sevilla es ejemplo de la arquitectura regionalista. Aníbal González, Juan Talavera o José Espiau aparecen en la palestra gracias a, entre otros factores, a la Exposición Iberoamericana de 1929 o el concurso de fachadas de Casas de Estilo Sevillano, organizado por el Ayuntamiento de Sevilla en el año 1912. La ciudad abraza a un nuevo estilo que impone el ladrillo visto como materia prima por excelencia.

Obviando la zona en la que se desarrolla la Exposición del 29, el Casco Antiguo es el distrito de Sevilla en el que más ejemplos se dan de la arquitectura regionalista. «Hay que hacer renacer el interés por las cosas locales… Nuestras construcciones, pues, deben ser esencialmente regionalistas, pues tenemos un riquísimo tesoro arquitectónico e innumerables objetos artísticos que nos deben servir de guía e inspiración», escribió Aníbal González, considerado padre del regionalismo sevillano, el 11 de febrero de 1913 en el artículo «La casa sevillana», publicado en El Liberal.

La contribución de Aníbal González, Juan Talavera o José Espiau la historia de la arquitectura deja un buen número de referencias que hacen de Sevilla un ejemplo de un nuevo tiempo que tuvo presencia en los distintos aspectos de la vida pública. Uno de ellos es el pabellón de la Asociación Sevillana de la Caridad, una construcción de riguroso ladrillo visto, que Aníbal González realiza en la intersección de las calles Reyes Católicos y Arjona, junto al Puente de Triana.

Pabellón de la Asociación Sevillana de la Caridad



Eran años de triunfo del Regionalismo a través del neomudéjar, que ya estaba apareciendo en estos momentos en alguna de sus construcciones más emblemáticas, incluido monumentales, y que en este caso se muestra mucho más sobria y austera.

Ladrillo y mucho también se puede admirar en el edificio para la compañía de Jesús de la calle Trajano. Se trata de una construcción religiosa, que incluía la Capilla de los Luises, articulada con la Iglesia de la Compañía en la calle Amor de Dios, antigua de los Mínimos, restaurada a final del siglo pasado. Este edificio singular saca algunos detalles góticos que Aníbal González consigue labrando el ladrillo.

Capilla de los Luises, calle Trajano

La avenida de la Constitución esconde otro edificio imprescindible de la arquitectura regionalista sevillana, la casa para Álvaro Dávila, Marqués de Villamarta. En esta singular construcción se aprecian constantes del estilo de Aníbal González. Cobra protagonismo el hierro forjado, se incluyen piezas de cerámica como remates decorativo y se combina el azulejo con el ladrillo, una marca que copian eventualmente otros arquitectos sevillanos.

Avenida de la Constitución, Aníbal González
Pero el regionalismo se extiende por la ciudad contagiando a otros arquitectos que dejan importantes edificios en céntricos enclaves. Como por ejemplo el de la central de la compañía Telefónica, en la plaza nueva, obra de Juan Talavera, el único capaz de competir con Aníbal González y de superarle en algunos aspectos.

Situado en el margen izquierdo de la Plaza Nueva a las puertas del Ayuntamiento, el edificio de Telefónica constituye una obra clave en la evolución estética de Juan Talavera y Heredia en la medida en que alcanza el cenit en la ornamentación de fachadas, como queda de manifiesto en sus cuatro plantas además de en el torreón.

Edificio Telefónica de Juan Talavera
Talavera obtiene su titulación en 1908, al año siguiente ingresa interinamente en el Ayuntamiento de Sevilla, en 1910 es Ayudante del Arquitecto municipal y, en octubre de 1913, ya es Arquitecto Jefe de Obras por Administración, es decir, Arquitecto Titular del Ayuntamiento. Su vida profesional quedaba pronto configurada.

En 1914 continúa la búsqueda de ese estilo que defina el periodo que se llamará del Primer Regionalismo, pero ya se cuenta con las distintas propuestas presentadas al concurso de fachadas de estilo sevillano, como esta de la plaza de San Francisco, realizada para María Cháfer.

Casa de María Cháfer
Otro de los ejemplos de Talavera está en la casa para Anastasio Martín Serrano. En este edificio, el contraste entre el blanco que le sería tan característico, las embocaduras de ladrillo y los detalles en azul consiguen gran efectismo en esta construcción en la confluencia de las calles Almansa y Pastor y Landero que, como es habitual en el estilo, se resuelve con un torreón en la esquina.

Calle Almansa y Pastor y Landero
Menos pretencioso, más humilde que sus compañeros, José Espiau tuvo en 1912 su año más fecundo, si bien en referencia a la cantidad de proyectos abordados y no a su calidad. El despegue de su labor arquitectónica se debe en parte a sus magníficas relaciones con hacendados inversionistas como José y Juan Bautista Calvi y Rives de Latour, Tomás de Ibarra, el duque de Medinaceli o el marqués de Esquivel. Son clientes importantes no sólo por la categoría de sus encargos sino también por su influencia en los círculos dominantes de la sociedad y la economía sevillanas.

La Adriática
La estética de Espiau se centra en el ornamento como elemento diferenciador, uno de los mayores ejemplos está en la Adriática, en la avenida de la Constitución. Sin duda, uno de los edificios que más atrae a quienes visitan Sevilla y objeto de miles de fotografías por parte de los turistas. Construido a propósito del ensanche de la Avenida de la Constitución y a modo de remate de tan emblemática vía, el de La Adriática fue uno de los cuatro edificios que José Espiau presentó al concurso de fachadas de estilo sevillano. La Adriática se adorna de cara al exterior con las formas, colores y motivos con que se engalanan los interiores de las casas-palacio hispalenses del siglo XVI, de inspiración mudéjar.

El estilo de Espiau encuentra en el edificio Ciudad de Londres de la calle Cuna la máxima expresión. Su poder escenográfico, pintoresco y evocador de las glorias históricas de Sevilla hizo de ese edificio una de las realizaciones más valoradas por la generación que puso en marcha la Exposición Iberoamericana. En la línea compartida por otros arquitectos regionalistas, se procede a sacar al exterior los interiores mudéjares de las casas-palacio de Sevilla, que tanto proliferaron en el siglo XVI con las riquezas que desembarcaban en el Guadalquivir provenientes del Nuevo Mundo.

Ciudad de Londres
El Gran Hotel de la Exposición Iberoamericana de 1929 supone el gran trabajo de Arquitecto Espiau, en el que se encuentran reunidos los elementos que definirán su estilo. No en vano, en el proyecto del Alfonso XIII –que dotaba a Sevilla del hotel más lujoso del mundo entonces–, encontró el laboratorio idóneo donde experimentar con las distintas fórmulas que permitía la estética regionalista.

Hotel Alfonso XIII
El punto y final a este decálogo rel regionalismo sevillano lo pone el edificio Pedro Roldán de la plaza del Pan, a espaldas de la Iglesia Colegial del Salvador, en una zona especialmente poblada por el estilo sevillano del primer tercio de siglo. No en vano, las líneas árabes que se exhiben en su fachada se realizan con la combinación del ladrillo y el azulejo, además de estar provisto de la rejería ornamental tan del gusto regionalista.

Edificio Pedro Roldán




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